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La guerra de Troia segons Elisée Reclus a «L’Homme et la Terre»

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post # 500

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EliseeReclus

Élisée Reclus
(Senta Fe, Gironda, Aquitània, 1830
– Torhout, Flandes Occidental, 1905)

Elisée Reclus fou un reconegut geògraf, escriptor i anarquista francès del segle XIX i de l’inici del segle XX (morí el 1905).

La seva influència a Catalunya, pel que fa als àmbits culturals de les classes populars i treballadores, és innegable. A partir de finals del segle XIX i fins a la desfeta de la Guerra Civil, les seves obres foren la base per al coneixement de la geografia i la història en els ateneus obrers, populars i anarquistes catalans. La seva obra pòstuma, de 1905, El Hombre y la Tierra, traduïda al castellà immediatament per Anselmo Lorenzo, i publicada a Barcelona per l’Editorial Maucci el 1906, esdevingué a principis del segle XX una mena de Bíblia humanística en moltes llars populars catalanes amb inquietuds culturals i polítiques.

En aquesta darrera obra enciclopèdica, en sis volums, Reclus fa un repàs del desenvolupament de la humanitat al llarg de la història en relació amb el seu entorn geogràfic.

Al volum 2, en tractar de la història de Grècia, fa referència a la guerra de Troia en els següents termes:

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El Hombre y la Tierra - ReclusLos conflictos de intereses, las ambiciones rivales que debían producirse entre los pueblos, a ambos lados del mar Egeo, aca­baron por producir una violenta ruptura de equilibrio: tal fué la guerra de Troya, en la que se vió a la mayoría de los Griegos occidentales, guiados por los Aqueos, llevar la guerra a las cos­tas del Asia Menor y chocar allí durante largos años contra las poblaciones dardanelas de la comarca, emparentadas con los Tracios del Hœnus y con los Frigios de la Anatolia interior. No se sabe sino con la aproximación de un par de siglos, la época en que tuvieron lugar esos terribles conflictos, cuya memoria se con­servará siempre entre los hombres, gracias a los cantos de Ho­mero y a las rapsodias; tampoco se tiene seguridad de que Troya, a cuyo rededor el cruel vencedor arrastró el cadáver de Héctor, sea una de las ciudades exhumadas por Schliemann sobre la co­lina de Hissarlyk: ninguna inscripción da autenticidad al descu­brimiento del «tesoro de Príamo»; tampoco puede precisarse el sitio de Ilion en el tiempo ni sobre el suelo. Lo que es cierto es que el choque tuvo lugar y que puso en movimiento, como un huracán, las poblaciones de la Hélade y del Asia Menor; tam­poco puede dudarse que las estrechas hondonadas del Simois y del Scamandro, que desembocan a la entrada misma del Helesponto, hayan sido los lugares de la lucha entre los comba­tientes; las ruinas, los túmulos funerarios, los restos de ciuda­des calcinadas atestiguan la importancia de los acontecimientos que se realizaron en otro tiempo en ese ángulo nor-occidental del Asia Menor. Tal vez puedan conciliarse las afirmaciones con­tradictorias de los sabios a propósito de los tiempos y de los lugares, admitiendo que hubo varias «guerras de Troya»; la epopeya  de  Homero  simbolizaría  entonces  una época  durante  la cual los corsarios griegos hacían incursiones guerreras en esos bellos y ricos territorios de la Dardania. Unas veces vencedo­res, otras vencidos, acabaron por apoderarse de las fortalezas enemigas, y los Troyanos sobrevivientes tuvieron que buscar asi­lo en tierras extranjeras. Así proceden las naciones para resumir en una epopeya o hasta en un simple mito todas las vicisitudes  de un  ciclo  de la historia.

El Hombre y la Tierra - Reclus - 2Si hemos de atenernos estrictamente a la narración de la Iliada, habría que creer en un parentesco muy próximo entre los invasores Griegos y los Troyanos. Hábitos y costumbres son los mismos de una parte y de otra; desde las laderas opuestas de las murallas se provocan los combatientes en la misma len­gua; los dioses a los cuales se dirigen peticiones de socorro o acciones de gracias, difieren unos de otros, pero todos tienen asiento en el mismo Olimpo. Ha habido historiadores que han pretendido con gran apariencia de razón, apoyándose sobre el texto preciso de los antiguos cantos, que no había diferencia esen­cial de raza ni de origen entre los ejércitos que se disputaban Ilion. Pero una epopeya no es una memoria histórica; transforma los acontecimientos que pone en escena; como el teatro, les da la misma lengua, les coloca en un mismo medio; el interés po­pular lo exige; no hubiera podido tolerarse la intervención de un intérprete entre dos héroes que luchan, animados por pasio­nes furiosas. Así como en los libros de caballería Cruzados y Sarracenos se interpelan como si hablasen un mismo idioma, así también en el pasado de tiempos remotos el poeta no repara en hacer conservar como si fueran Griegos los guerreros de Troya y sus aliados venidos de las profundidades del Asia. Puede ser que en realidad el contraste de los idiomas, de los pensamien­tos y de las costumbres haya sido considerable entre los pue­blos en lucha; quizá también, hasta cierto punto, la guerra de Troya simbolice un conflicto entre Europa y Asia, análogo al que se produjo durante las guerras médicas. Recuérdase el prin­cipio de las Historias de Herodoto; desde sus primeras pala­bras, el gran viajero, remontándose a los orígenes, establece una diferencia   étnica   entre   los   Europeos   y  los   Asiáticos   y  hace los Persas solidarios de los Troyanos; la causa de la enemistad hereditaria, según él, podría ser la ruina de Ilión por los Griegos. Como quiera que sea, el ciclo de la civilización era cierta­mente el mismo para todos los ribereños del mar Egeo, orien­tales y occidentales. Unos y otros habían pasado, hacía ya mu­cho   tiempo,   la   edad   de   la   piedra;    estaban   todavía   en   plena edad del bronce; aunque probablemente se usasen ya las armas de hierro. Un hermoso verso que tres mil años no han podido envejecer, se presenta dos veces en la Odisea (XVI, 294; XIX, 13): «Por sí mismo el hierro impulsa al hombre». Esta palabra, que la misma repetición indica haberse usado como un prover­bio, no pudo haber tomado ese carácter proverbial sino en un siglo en que, para batirse, los guerreros empleasen el hierro, el metal del que verdugos y soldados se sirven todavía para des­garrar las carnes y cortar miembros y cabezas. El testimonio de los mismos Griegos es unánime en hacer remontar hasta los Asiáticos el mérito  del descubrimiento de la fabricación del hierro. Desde la más remota antigüedad, los mineros calibes, que vivían sobre las riberas meridionales del Ponto Euxino, hacia las bocas del Iris, eran famosos como fabricantes de armas, hasta aprendieron a endurecer el hierro hasta cambiarle en acero; de donde se origina el nombre chalybs que tomo el muevo pro­ducto.

El Hombre y la Tierra - Reclus - 3

La guerra, fatal a los Troyanos, que fueron exterminados o vendidos como esclavos en los mercados lejanos, fué también fu­nesta a los Griegos, que con ella solo obtuvieron desgracias. En tanto que los pueblos civilizados de los pequeños Estados de la Grecia meridional enviaban sus hombres más valientes y derrochaban todos sus recursos en la conquista de un imperio, los Dorios, bárbaros del Norte, se aprovechaban de la extenuación de sus vecinos y parientes para invadir las comarcas del Sud, empobrecidas, privadas de sus defensores: se realizó una nueva emigración de Griegos. La disposición triangular de la península de los Balkanes debía tener por consecuencia com­primir los pueblos en la dirección del Sud; propagándose cada gran movimiento de las llanuras del Norte, ayudaba a las emi­graciones que se hacían desde los valles de Hœmus y del Pindo hacia la Tesalia y el Epiro, y desde esas mismas comarcas hacia las orillas del golfo de Corinto y el Peloponeso. Así es como los Pelasgos se habían extendido por las comarcas del Sud, como los Argeos del Norte, agrupados al pie del Olimpo, habían emi­grado hacia la península del Mediodía que llegó a ser la Argólida.

[…]El Hombre y la Tierra - 6 vols

Elisée Reclus
El Hombre y la Tierra (L’Homme et la Terre)
Traducció al castellà d’Anselmo Lorenzo

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Podeu consultar el text original en francès al web d’ Archive.org: L’Homme et la Terre, 1905, tome 2.

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eliseereclus01

Cartell de Gumersindo Sainz Morales (“Gumsay”),
publicat el 1938 per les Joventuts Llibertàries de Catalunya

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Ciència i compromís social - ReclusEn rememorar l’obra d’E. Reclus en el centenari de la seva mort és inevitable fer-ho des de la perspectiva de la crisi ambiental i cultural en què avui ens trobem.

El que ens crida l’atenció de la gran obra social de Reclus a geògrafs, historiadors i estudiosos de les ciències humanes és la seva capacitat pedagògica per transmetre un coneixement científic que a la vegada es considerava vàlid per a la transformació social: ciència i compromís social per a una crítica a la dominació de l’Estat, al racisme i al capitalisme, que eren a l’època de Reclus —i cal dir que també en l’actual— molt excepcionals.

La sintonia de Reclus amb els medis obrers catalans l’hem de cercar en la visió global del món que ell construeix; d’aquí la fe en l’evolució cultural per mitjà d’una renovació educativa com a pilar bàsic per a la transformació de la humanitat.

En aquest sentit, és indiscutible que l’obra de Reclus ha servit per a la formació de la clásse obrera, a qui va donar a entendre les relacions entre la naturalesa i la societat com un procés coevolutiu. El seu és un mètode analític avui plenament acceptat per poder interpretar els problemes ambientals com a problemes socials i com a resultat de la interacció social.

Com veurem a través dels intermediaris de Reclus a casa nostra, ell fou l’inspirador d’un moviment cultural respecte a la Naturalesa que es proposava ésser el punt de partença d’una futura organització social anarquista.

D’aquesta nova interpretació cultural de la Naturalesa, que es deu a Reclus i també a Kropotkin, ens n’ocupem a partir dels intents de bastir una nova escola, lliure i oberta als nous corrents de la cultura internacional, alternativa a la burgesa. Per això, era imprescindible obtenir la llibertat de consciència, des del laïcisme, l’ateisme i la dissidència catòlica, que fins al 1939 tingué tanta presència a casa nostra.

[…]

Som, doncs, davant l’obra d’una personalitat científica que va més enllà de la disciplina geogràfica, a la qual féu una rellevant aportació. I si bé una part de la seva obra ha estat superada pel pas del temps, n’han quedat, però, vigents la seva visió global del món, una gran part metodològica de la dialèctica de les formes de dominació i, sobretot, la continuïtat de repensar l’urbanisme i la preservació dels recursos naturals —com es el cas de l’aigua—. I tampoc no hem d’oblidar la seva aportació a allò que anomenem geopolítica. Qüestions que tot seguim estudiem en la seva incidència en la cultura obrera de casa nostra des de l’últim terç del segle XIX fins a la Guerra Civil i el breu somni federalista de 1945.

Eduard Masjuan.
Introducció a “Elisée Reclus i la nova cultura de la naturalesa en els medis obrers de 1900-1936

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El somni federal reclusià de 1945

Els vincles de la família Reclus amb Catalunya i Espanya, que, com hem esmentat, començaren a partir de 1869, quan Élie viatjà a Catalunya per impulsar la proclamació de la República Federal al mateix temps que es creava la Internacional, duraren fins a 1941, data en què Paul Reclus (1858 – 1941), fill d’Élie, morí a Montpeller, on trobaren refugi i assistència molts dels exiliats espanyols de 1939. Per la seva residència del “Plat du quatre hommes” hi passaren alguns exiliats que havien combatut el feixisme a Espanya […]

Alguns d’aquests refugiats encara recorden la biblioteca i els materials d’estudi que Paul Reclus conservava del seu pare i el seu oncle.

D’aquesta relació, en plena Segona Guerra Mundial, neix la idea de Felipe Alaiz (1887 – 1959) —romania a casa de Paul Reclus— de preparar un projecte federal per a Espanya per a quan es produís la inevitable caiguda del franquisme. […]

En l’obra reclusiana d’Alaiz s’hi poden trobar alguns temes de prou actualitat, com aquest que tracta de l’autonomia catalana, que diu així:

Madrid no puede nunca hacer autónoma a Cataluña, que lo es por derecho natural, como lo son antes, por el mismo hecho, los pueblos catalanes todos, y antes los catalanes mismos. Si Madrid no concede a los catalanes derecho a respirar, ¿por qué ha de concederles un régimen especial que sólo los catalanes pueden concederse a sí mismos, y que en resumidas cuentas, importa menos que respirar?

[…]

Eduard Masjuan.
Elisée Reclus i la nova cultura de la naturalesa en els medis obrers de 1900-1936

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El Hombre y la Tierra - ReclusElíseo Reclus

El Hombre y la Tierra

Traducción de Anselmo Lorenzo

Casa Editorial Maucci.

Barcelona, 1906

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Ciència i compromís social - ReclusCiència i compromís social
Elisée Reclus (1830 – 1905)
i la geografia de la llibertat

Xavier Arnau, Lluís Calvo, Álvaro Girón i Francesc Nadal (eds.)

Conferències celebrades el novembre de 2005
amb motiu de la commemoració del centenari
de la mort d’Elisée Reclus

Publicacions de la Residència d’Investigadors, 32
CSIC – Generalitat de Catalunya
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