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«Después de Troya», microrelats hispànics de tradició clàssica

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.Después de Troya
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La venganza

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En la isla Intiqarka, en el lago Titicaca, nació un niño cíclope. Sus padres, avergonzados, se lo entregaron a un viejo pastor que lo crió, enseñándole la vida sana, el buen juicio y las artes de la guerra: la lucha cuerpo a cuerpo, simulacros de combate, trepar cerros, nadar, hacer seña­les de humo, construir trampas. Y le puso por nombre Juan Quispi.

Cierta noche Juan soñó con una isla lejana y una voz que le decía: «Ven a cobrar venganza».

Su mentor le dijo: «Sé preciso, que no te tiemble la mano, que el Dios Inti te proteja, toma, lleva esto para tu viaje», le dijo y le extendió una bolsita con coca. Juan tomó su huacachina y huachi, su arco y las flechas; su escudo cubierto con cuero de venado; su umachina, casco de metal, y su coraza de oro, plata y bronce.

La aurora temprana de dedos de rosa lo vio partir. Y voló sobre la ruta de las aguas.

Una lóbrega noche sin luz y sin vista, Juan Quispi descendió en la playa de la isla. Llegó al palacio, cruzó el umbral de madera de fresno. Euriclea dormía profunda­mente. Laertes, distante del palacio, no escuchó nada, tampoco Eumeo, mayoral de los cerdos. Argos no hubie­se ladrado.

Juan ingresó al salón de las armas de bronces glorio­sos. En el muro colgaban yelmos, combados broqueles, lanzas agudas, el arco retráctil con la aljaba preñada de hirientes saetas bajo las cuales perecieron los nobles galanes. Un poco más allá, un escudo y un yelmo de bron­ce con altos penachos de crines. Y en el centro del salón, el trono de fúlgido bronce desde donde gobernaba el Rey de la isla.

Avanzó con cautela. Ingresó al segundo piso del pala­cio. Juan Quispi parecía flotar en el aire. La diosa protec­tora no lo escuchó mientras abría la puerta del dormitorio y allí, en el lecho yacían Ulises y Penélope bajo el hechi­zo del sueño. Tensó su huacachina y disparó la flecha al corazón de Ulises. «Por Polifemo», murmuró Juan Quispi mientras su ojo resplandecía. La coca, como un manto de bruma, lo envolvió.

Juan Quispi, hijo de dioses, sobrevoló Ítaca para luego regresar a su amada isla de Intiqarka.

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Pedro Guillermo Jara

Disponible també en línia a letrasdechile.cl i a La nave de los locos 

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Microrelats inclosos en el llibre, en l’apartat “La ruta homérica“:
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Helena. Alba Omil
Vodevil griego. Marco Denevi
La guerra interminable. José Jiménez Lozano
La amenaza. Pedro Guillermo Jara
Orillas del Escamandro. José Emilio Pacheco
La verdad sobre Helena. Eduardo Gudiño Kieffer
Pentesilea. Rosalba Campra
Iras de Polifemo. Diego Muñoz Valenzuela
La venganza. Pedro Guillermo Jara
A Circe. Julio Torri
Circe. Agustí Bartra
Rehabilitación de Circe. Diego Muñoz Valenzuela
La última sirena. Diego Muñoz Valenzuela
Lorelei. Lilian Elphick
Aviso. Salvador Elizondo
Los bajíos. Ángel Olgoso
Duelos. Raúl Brasca
Sirenas emigrantes. David Lagmanovich
Ulises. Juan José Millás
Ulises. Ángel Olgoso
XXXI. Rafael Pérez Estrada
La vuelta a casa. José María Merino
El regreso del héroe. Alba Omil
Penelope y Aracne. René Avilés Fabila
La tejedora. David Lagmanovich
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Después de TroyaDespués de Troya
Microrrelatos hispánicos de tradición clásica
Edición de Antonio Serrano Cueto

Menoscuarto Ediciones. Palencia, 2015
ISBN: 9788415740193

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